a importancia de hacer valer lo que queremos es tan importante como la de hacer valer lo que no queremos. M
uchas veces vivimos atrapados en una personalidad que no nos permite actuar libremente: por miedo, por que no sabemos otra forma de resolver una situación, porque existen conflictos emocionales guardados y no entendidos. Nuestra personalidad es tan libre como vamos comprendiendo mejor las situaciones de la vida, en especial, a nuestras emociones.

La sociedad impone muchas formas de vivir, y la forma en cómo fuimos educados muchas veces nos aleja de lo que nosotros sentimos auténticamente y nos mete en posturas un tanto artificiales y superficiales, no dejándonos explorar lo que realmente sentimos y queremos: “Debes de…” “Esto no está bien, lo mejor es que…” “deberías de ser más…” “Estuvo mal eso que hiciste…” Con el tiempo, la personalidad puede volverse un tanto mecánica y fría la comunicación con nosotros mismos, porque estamos más enfocados en buscar la aceptación y el agrado de los demás que nuestra auténtica satisfacción y libre actuación.
El no poder decir lo que realmente se quiere, el no actuar de la forma que más nos apasiona y entusiasma, se debe a que no hay confianza en uno mismo. Hay inseguridad de hacer o decir, de imponerse con fuerza, por que se teme, en el fondo, el rechazo y la desaprobación. Al estar acostumbrados y, de alguna forma, educados a vivir en base a la aceptación de los demás, nos mantiene jugando papeles que a la larga lo único que provocan es un distanciamiento con nosotros mismos, distanciamiento que ocasiona un sinfín de consecuencias entre las cuales está el desánimo por vivir, la falta de entusiasmo y la soledad.
Cuando se trata de complacer a todos, menos a uno mismo, estamos debilitando, además todo nuestros sistemas, nuestra energía y vigor, además se generan toda clase de tensiones, estar a la expectativa del que dirá el otro y como reaccionará, estar a la defensiva por si hay rechazo o reprobación, es estar en una constante alerta que tensa los músculos, y estas tensiones se van acumulando en distintas zonas del cuerpo, mismas que, a la larga, degeneran en todo tipo de enfermedades.
Seguir “actuando” y jugando ciertos papeles es necesario mientras no se vaya poco a poco estableciendo una reflexión y comunicación más profunda con uno mismo. No se trata de ser impulsivamente emocional y simplemente hacer “lo que primero sentimos”. Se trata de ir reflexionando y preguntándonos el porque hacemos determinadas cosas, y como podemos decir que no amablemente y aprender a decir con dulzura y respeto lo que si queremos. Se trata de ir teniendo cada vez más fuerza y seguridad, creatividad e inteligencia, para dirigirnos hacía a donde realmente nos sentimos satisfechos, y si acaso esto no le gusta a alguien, tener la comprensión de entender, más no por esto detener nuestro verdadero y auténtico movimiento. Muchas veces elegir lo que anhelamos resulta que nospone en un camino un tanto difñicil o solitario. Pero la recompesa de la satisfacción profunda, de ser auténticos, vale en todo momento la pena.
Comentarios
Publicar un comentario