reconocer los propios sentimientos
atravesar la adolescencia se asocia a todo tipo de cambios y adaptaciones, de modo que es normal que un adolescente pase por altibajos emocionales. Si, encima, una persona se enfrenta al sobrepeso, esto se puede sumar a esas emociones.
Por descontado, no a todo el mundo con sobrepeso le preocupa o le molesta el hecho de tener algunos kilos de más. Muchos de nosotros conocemos a personas seguras de sí mismas y felices que tienen sobrepeso y a personas delgadas que son inseguras e infelices. Pero, puesto que la gente se suele sentir presionada para tener determinado aspecto, los adolescentes con problemas de sobrepeso tienen más probabilidades de sentirse aislados e incomprendidos que sus compañeros que carecen de este tipo de problemas.
Para una persona que no tenga sobrepeso o que no esté bien informada al respecto, el hecho de tener sobrepeso puede parecerle algo muy sencillo y fácil de solucionar ("¡Eh! Lo único que ocurre es que no te alimentas bien o no haces suficiente ejercicio, o sea que basta con que comas menos y hagas más ejercicio"). Este enfoque no ayuda en absoluto y puede hacer sentir a la gente que su sobrepeso es culpa suya, algo completamente falso. Si perder peso fuera tan fácil, nadie se encontraría en la situación de sobrepeso. De modo que es natural sentirse frustrado, enfadado o disgustado. Pero ser consciente de estas emociones difíciles de sobrellevar es el primer paso para poderlas abordar.
Saber identificar nuestras propias emociones es algo que requiere práctica. A veces nuestras emociones son tan súbitas e intensas que nos cuesta saber qué es lo que estamos sintiendo exactamente. Lo mejor es detenerse y prestar atención en cuanto uno se da cuenta de que hay algo que lo altera. Intenta reconocer exactamente qué es lo que estás sintiendo sin juzgarte a ti mismo. Eso significa decirte a ti mismo, "Estoy enfadado, [o triste, o frustrado]" en vez de "Es absurdo ponerse así por esa tontería".
Algunas personas creen que han de sonreír y poner buena cara incluso cuando sienten exactamente lo contrario. No hay nada malo en poner buena cara algunas veces. Pero, cuando la gente se siente obligada a pensar que todo va bien o considera que no tiene derecho a estar triste, enfadada o dolida, acaba ocultando sus verdaderas emociones. Y, cuando se ocultan las emociones, estas se pueden manifestar de formas enfermos o improductiras.
Si estás disgustado, pero no estás seguro del porqué, te puede ayudar mucho hablar con alguien de confianza, como un buen amigo, un familiar o tu consejero escolar. Conversar sobre las cosas que nos preocupan también nos puede ayudar a encontrar formas de abordar las emociones fuertes.
Si te cuesta hablar sobre tus sentimientos o crees que los demás no te van a entender, lleva un diario personal, haz un dibujo o alguna otra cosa que te ayude a elaborar o a dar sentido a esas emociones tan difíciles. Cuanto más tiempo dediques a explorar tus emociones, más hábil serás para saberlas afrontar conforme las vayas sintiendo. Y eso también te facilitará el proceso de encontrar soluciones a tus problemas.
He aquí algunas de las principales cuestiones que más suelen afectar a las personas con sobrepeso, junto con algunas ideas sobre qué hacer al respecto.
Preocupaciones de carácter social
A muchas personas con sobrepeso les preocupa qué es lo que los demás puedan pensar sobre ellas. Cuando la gente te juzga de una forma injusta, te puede hacer sentir que lo que te está ocurriendo solo es por tu culpa, algo que es completamente falso. Padres, hermanos o amigos bienintencionados pueden empeorar las cosas al hacerte sugerencias sobre la alimentación y el ejercicio. Por descontado, lo único que consiguen es que te centres todavía más en el tema del peso, algo que no te ayuda en absoluto.
Algunos adolecentes con sobrepeso son objeto de burlas y el acoso que reciben se puede llegar a convertir en un verdadero problema. Se trata de un ejemplo más de que la gente no acaba de entender qué significa tener sobrepeso. Las personas con sobrepeso tienen preocupaciones y problemas que los demás no entienden, como caber bien en el asiento de un auditorio, comprar ropa que sea de su estilo y talla o seguir el ritmo de los demás en las clases de gimnasia.
A veces las molestias físicas, así como el miedo al rechazo, a hacer el ridículo y a que te juzguen mal hacen que las personas con sobrepeso dejen de relacionarse con los demás o de hacer cosas que les gustan. De todos modos, lo mejor que puedes hacer es participar en situaciones sociales para que tanto tú como otras personas dejéis de fijaros en tu peso y paséis a fijaros en ti como persona.
Preocupaciones de carácter social: qué puedes hacer
Una buena forma de facilitar tu proceso de socialización es ofrecerte como voluntario para participar en algo que te gusta mucho hacer. Las personas con quienes te relacionarás cuando seas voluntario compartirán tus intereses y todo os centraréis en una meta común. Y así te conocerán por tus capacidades y por tus logros, ¡no por tu peso!
Inscribirte en actividades extraescolares es otra buena idea. Si te apetece conocer a gente que no vaya a tu colegio, averigua qué actividades organiza tu biblioteca local, la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) o el grupo de teatro juvenil de tu barrio.
Recuerda que todo el mundo experimenta cierta timidez cuando llega a una situación desconocida, incluso aquellas personas que parecen realmente seguras de sí mismas. Tal vez prefieras que te acompañe un amigo para que te apoye y se una al grupo cuando inicies la nueva actividad. En caso de que no te pueda acompañar nadie, no te preocupes: no deberías tardar mucho tiempo en sentirte más a gusto.
En lo que se refiere a las amistades, céntrate en afianzar algunos vínculos para crear una o dos amistades íntimas. Saber que cuentas con un par de amigos de verdad que siempre estarán allí dispuestos a apoyarte ayuda a todo el mundo a afrontar los altibajos propios de la vida. Un sistema de apoyo procedente de unos pocos buenos amigos ayuda a superar el acoso y los comentarios denigrantes de los demás.
Pero, ¿y qué pasa si tus amigos y familiares no te ofrecen la ayuda que necesitas? Si te sientes presionado o incomprendido por tus amigos o parientes, explícales, educadamente, cómo te sientes. Por ejemplo, diles que no te ayudan nada cuando te sugieren que comas como otra persona o cuando te comparan con ella. Hazles saber qué es lo que tú valoras (como un elogio cuando haces bien las cosas) y qué es lo que no te gusta (como los comentarios que te hacen sobre tu peso o las lecciones que te dan sobre la comida y el ejercicio físico). Si les explica cómo te sientes con tranquilidad y de forma racional, los miembros de tu familia y tus amigos serán más proclives a escucharte.
Si te acosan
Si se meten contigo o eres objeto del acoso escolar, habla con tus amigos o escribe en tu diario personal sobre cómo te hacen sentir los comentarios de los demás. Seguidamente utiliza afirmaciones positivas sobre ti para superar ese dolor y tomar conciencia de tus cualidades. Por ejemplo, puedes compensar un comentario como "¡Qué gordo que estás!" diciéndote a ti mismo: "Mi peso no es el que desearía tener, pero soy una persona guay e interesante".
A veces el mejor enfoque consiste en ignorar a la gente que se mete contigo o los comentarios negativos e inapropiados que recibes. Pero, si se trata de una situación agobiante e insoportable, es posible que te interese dar la cara y defenderte. La mejor forma de lograrlo es contestar demostrando que estás seguro de ti mismo. Di cosas positivas sobre ti y habla sobre tus puntos fuertes sin enfrentarte directamente a la persona de un modo que empeoraría las cosas.
Si te están acosando, intenta no dejarte dominar por el enfado. Si reaccionas con agresividad mostrarás a los matones que han dado en el clavo, y es posible que incluso intensifiquen el acoso. Y, si pierdes los estribos, tendrás la sensación de que has perdido el control y te sentirás todavía más indefenso.
Si sientes que no puedes hacer frente al acoso de que estás siendo objeto, está bien pedir ayuda. Podrías hablar con tu consejero escolar, uno de tus padres, un cura u otro adulto de confianza y pedirle ideas sobre cómo deberías reaccionar ante los comentarios hirientes de otras personas en el momento en que ocurran. Además, si acudes a un adulto en busca de ayuda, habrá alguien más que sabrá por lo que estás pasando.
Autoestima
Hay personas con sobrepeso que tienen la autoestima alta. Saben centrarse en sus logros y enorgullecerse de sí mimos. Pero hay mucha gente que, aparte de luchar con su peso, también lucha con su propia autoestima, sobre todo teniendo en cuenta lo poco comprensiva que puede llegar a ser la gente sobre los temas relacionados con el peso.
Tanto lo mucho que se puede tardar en perder peso como la tendencia natural a tener pequeños "deslices" alimentarios de vez en cuando pueden llevar a la gente con sobrepeso a sentirse desanimada y decepcionada. Esto puede evolucionar hacia la autocrítica, el enfado o incluso la culpa por el hecho de haber decepcionado a amigos y familiares.
Cuando tenemos pensamientos y sentimientos negativos sobre nuestro cuerpo y sobre lo que podemos hacer con él, estos sentimientos pueden repercutir sobre otras áreas de nuestra vida. Los pensamientos negativos pueden afectar a la autoimagen de una persona y dificultarle la consecución de metas. Por ejemplo, a alguien que piense: "No puedo perder peso" o "Santo Dios, estoy condenado a tener sobrepeso" lo tendrá mucho peor a la hora de intentar adelgazar. Esta es una de las razones de que sea tan importante reconocer las emociones negativas y esforzarse en modificarlas.
A veces, los sentimientos difíciles, acompañados de una constante preocupación por la comida, hacen que una persona coma más de la cuenta. Pero hay una forma de romper el ciclo y construir autoestima sana.
Cuestiones de autoestima: qué puedes hacer
Empieza por quererte a ti mismo. Si eres proclive a despreciar tu cuerpo o a menospreciarte a ti mismo, céntrate en tus virtudes y en aquellas cosas que sabes hacer bien.
Otra buena manera de hacer crecer tu autoestima es cumplir las metas que te has fijado tú mismo. Si estás intentando perder peso, haz que tu meta consista en modificar tu comportamiento, en vez de en perder peso. Fragmenta las grandes metas en metas pequeña, menos exigentes y más realistas, y comprueba lo que has conseguido con regularidad para ir constatando tus pequeños avances. Por ejemplo, tu meta inicial podría consistir en prepararte una comida saludable un día a la semana.
Otra forma de sentirte bien contigo mismo es encontrar a otras personas que te apoyen. Habla con ellas sobre cómo te sientes y sobre cómo te pueden ayudar (incluso aunque solo necesites que te escuchen y te entiendan).
Tu médico es otro recurso que también te puede ir de maravilla. Pide a uno de tus padres que pida hora de visita para que puedas hablar con él sobre el control del peso y le puedas pedir consejo sobre el tipo de ejercicio que podrías practicar. Tu médico también te podría remitir a un dietista para que te ayude a diseñar una dieta saludable. El profesional que trabaja en la enfermería de tu centro de estudios también te puede dar buenas ideas sobre cómo hacerte cargo de tu salud.
Depresión
Cuando desaparece la seguridad en uno mismo y la autoestima sufre las consecuencias, resulta sumamente difícil seguir un programa para perder peso. No es de extrañar que las personas con sobrepeso pierdan la esperanza y se depriman.
Si crees que podrías estar deprimido, díselo a alguien. Si piensas a menudo en la muerte o el suicido, es muy importante que se lo cuentes a uno de tu padres o a otro adulto de confianza (como tu orientador escolar o una autoridad religiosa).
No hay ninguna duda de que tener sobrepeso puede ser muy duro, tanto desde el punto de vista emocional como desde el físico. Pero hay formas de sentirse mejor, como tomar conciencia de las propias emociones, pensar en positivo y contar con el apoyo de otras personas. Y el hecho de sentirte mejor contigo mismo también te puede ayudar a perder peso.
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